miércoles, 2 de diciembre de 2015

Secuelas del Holocausto


Un reciente estudio de la Escuela de Medicina de Icahn en el Monte Sinaí (EE.UU.) ha revelado que los descendientes de aquellos que sobrevivieron al Holocausto presentan secuelas biológicas. Esta sorprendente conclusión ha sido publicada en la revista Scientific American.

Los descendientes de este grupo de personas sufren de una alteración que reduce su nivel de cortisol en el cuerpo. Esta reducción de cortisol, hormona que regula el organismo luego de un trauma, fue detectada en los prisioneros que sobrevivieron a los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Este fenómeno no ha podido ser explicado hasta ahora por la ciencia, pero el equipo que investigo este fenómeno descubrió que este grupo de personas tiene niveles bajos de una enzima encargada de degradar cortisol.

El fenómeno sería producto de los largos periodos de tortura a los que fueron sometidos estos prisioneros. Ya que al no degradar tanto cortisol, había una mayor cantidad libre, el cual era utilizada rápidamente para soportar los fuertes traumas y abusos. 

No obstante, se ha detectado que los descendientes tienen un alto nivel de las enzimas que degradan el cortisol.

Esto ocurre en el útero, el cual contiene una gran cantidad de esta enzima con el fin de proteger al feto del cortisol que proviene de la madre. 

En el caso de la mujeres que sobrevivieron al Holocausto, al no tener niveles altos de la enzima una mayor cantidad de cortisol se transmite al feto, el cual desarrollará más del elemento degradador para protegerse a sí mismo.

Por otro lado, el estudio afirma que estos descendientes están predispuestos a sufrir de trastornos relacionados a la ansiedad, así como estrés postraumático, obesidad e hipertensión.

La investigación analizó a un amplio universo de sobrevivientes de los campos de concentración y a su descendencia. 




Fuente: ABC

Buena Noche

Un nuevo estudio sugiere que dormir mal o poco puede incrementar el riesgo de desarrollar Alzheimer, al estimular la formación de una sustancia viscosa que atrofia el cerebro y que a su vez interrumpe más el sueño.

Esto debido a una proteína pegajosa llamada beta-amiloide,  la cual comienza a generar su daño mucho antes de que la persona presente problemas de memoria, reportaron investigadores en la Conferencia Internacional de la Asociación del Mal de Alzheimer.

En general, dormir bien es importante para una buena salud: se recomiendan de siete a ocho horas por noche para adultos. En lo que respecta al cerebro, los científicos han sabido desde hace mucho tiempo que la gente que no duerme lo suficiente tiene problemas para aprender y concentrarse. Y cualquiera que haya cuidado a alguien con demencia sabe de la deambulación nocturna y otros problemas de sueño que los pacientes sufren con frecuencia, lo cual ha sido atribuido desde hace mucho tiempo a una consecuencia de la muerte de células cerebrales.

El nuevo estudio sugiere que los problemas de sueño ciertamente interactúan con algunos de los procesos de la enfermedad involucrados en el Alzheimer, y que esas proteínas tóxicas a su vez afectan el sueño profundo, el cual es muy importante para la formación de la memoria.

El equipo del doctor Walker realizó tomografías de emisión de positrones a 26 voluntarios saludables de más de 70 años para medir la acumulación de esa proteína amiloide pegajosa. Se les proporcionaron palabras para memorizar y se les midieron sus ondas cerebrales mientras dormían por la noche.

Entre más sustancia amiloide tenía la persona en una región particular del cerebro, menos sueño profundo conseguía y más olvidaba durante la noche, indicó el doctor Walker. Sus recuerdos no eran transferidos adecuadamente del banco de memoria a corto plazo del cerebro al almacenamiento de largo plazo.

Por ultimo,  dos estudios sobre el sueño que siguieron la pista durante cinco años a casi 6.000 personas encontraron que quienes tuvieron un sueño de mala calidad (dan vueltas en la cama y les cuesta trabajo quedarse dormidos) presentaron más probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo moderado y problemas tempranos de memoria, que en ocasiones conducen al mal de Alzheimer.

Todos estos estudios nos crean una alerta hacerca de nuestros hábitos de dormir,  si bien el estilo de vida que se da el día de hoy, avanza de manera rápida, nosotros somos quien decidimos poner nuestra salud primero.