Un reciente estudio de la Escuela de Medicina de Icahn en el Monte
Sinaí (EE.UU.) ha revelado que los descendientes de aquellos que
sobrevivieron al Holocausto presentan secuelas biológicas. Esta sorprendente conclusión ha sido publicada en la revista Scientific American.
Los descendientes de este grupo de personas sufren de una alteración que reduce su nivel de cortisol en el cuerpo. Esta reducción de cortisol, hormona que regula el
organismo luego de un trauma, fue detectada en los prisioneros que
sobrevivieron a los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Este fenómeno no ha podido ser explicado hasta ahora por la ciencia,
pero el equipo que investigo este fenómeno descubrió que este grupo de personas
tiene niveles bajos de una enzima encargada de degradar cortisol.
El fenómeno sería producto de los largos periodos de tortura a los
que fueron sometidos estos prisioneros. Ya que al no degradar tanto cortisol, había una mayor cantidad libre, el cual era utilizada rápidamente para soportar los fuertes traumas y abusos.
No obstante, se ha detectado que los descendientes tienen un alto nivel de las enzimas que degradan el cortisol.
Esto ocurre en el útero, el cual contiene una gran cantidad de esta enzima con el fin de proteger al feto del cortisol que proviene de la madre.
En el caso de la mujeres que sobrevivieron al Holocausto, al no tener niveles altos de la enzima una mayor cantidad de cortisol se transmite al feto, el cual desarrollará más del elemento degradador para protegerse a sí mismo.
Por otro lado, el estudio afirma que estos descendientes están predispuestos a sufrir de trastornos relacionados a la ansiedad, así como estrés postraumático, obesidad e hipertensión.
La investigación analizó a un amplio universo de sobrevivientes de los campos de concentración y a su descendencia.
Fuente: ABC